CrónicasTodas Las Entradas

En 1890 Antonio María Pineda realizó un análisis en el acueducto de Barquisimeto

 

 

Omar Garmendia
Escritor e investigador

BARQUISIMETO HA SIDO siempre una ciudad seca con sus fuentes de agua limitadas y lejanas. La población de Barquisimeto desde su fundación en la planicie aluvional en su definitivo asiento por el año de 1579 se abastecía en primer lugar de manantiales que existían en varias zonas aledañas, tales como el zanjón de Cárdenas (actual Concha Acústica), así como el Bosque Macuto y el bosque de Titicare y aun de las aguas del río Turbio. El transporte de agua se hacía desde esos sitios a lomo de mula o por medio de fornidos aguadores en panzudas tinajas o pimpinas.

Otros reser­vo­rios de agua eran los aljibes de las casas donde se alma­cen­a­ba agua de llu­via y las lagu­nas de las muchas que había en la ciu­dad, donde las per­sonas lava­ban sus ropas y sacia­ban la sed tan­to de ellas como de los rebaños de ani­males. Tales man­an­tiales y lagu­nas con el crec­imien­to de la población y su con­comi­tante deman­da ya no daban abas­to para sat­is­fac­er las necesi­dades de la comu­nidad y en otros casos se con­t­a­m­ina­ban por dis­tin­tas causas y por los ver­tidos de aguas negras de la ciudad.

El primer acueducto en 1838

La con­struc­ción de acue­duc­tos para ese entonces no requería sino de estu­dios topográ­fi­cos bas­tante ele­men­tales para abrir un canal, buco o la insta­lación de una tubería rús­ti­ca de ladril­los y piedras que con­du­jese las aguas des­de una fuente que podía ser un río, que­bra­da o man­an­tial, de modo que pudiera ser con­duci­da direc­ta­mente a la población o a un estanque alto de alma­ce­namien­to y de allí con­duci­da por una pre­caria red de distribución. 

Fue en 1838 cuan­do se inten­tó traer agua a Bar­quisime­to por primera vez por un sis­tema de buco

La toma esta­ba situ­a­da en el río Tur­bio a la altura del Gara­batal. Es de hac­er notar que en esa época no existían tuberías para traer el agua, y la for­ma que se hacía era cre­an­do una cañería de cal, ladrillo y piedra, como ya se dijo. Esa obra se par­al­izó y no llegó a feliz término.



Para 1873 el pres­i­dente de la repúbli­ca Anto­nio Guzmán Blan­co designó al inge­niero Luis Mario Mon­tero la con­struc­ción de un nue­vo acue­duc­to, dec­re­ta­do el 10 de noviem­bre de ese año y puesto en ser­vi­cio el 5 de julio de 1876. Este acue­duc­to en la prác­ti­ca quedó inuti­liz­able por la inesta­bil­i­dad de los sue­los en gran parte de su recor­ri­do. El canal prin­ci­pal no era sino una zan­ja abier­ta sobre rel­lenos y en ter­renos sin con­sol­i­dar, llenos de fisuras que provo­ca­ban la pér­di­da de agua por fil­tración y el hundimien­to de una gran parte del cauce del buco o zanja.

En ese año de 1876 se refac­cionaron los tra­ba­jos para cor­re­gir la situación y dicho acue­duc­to fue inau­gu­ra­do en 1890. El mate­r­i­al uti­liza­do para su recon­struc­ción fue el hier­ro fun­di­do, el cual era la primera vez que se uti­liz­a­ba en la ciu­dad. El agua provenía del bosque de Titi­care, adquiri­do por el munici­pio con dinero de las arcas nacionales para una población de 9.093 habi­tantes. Los planos y proyec­tos los real­izó el Dr. Jesús Muñoz Tébar, por manda­to del doc­tor Raimun­do Andueza Pala­cio, Pres­i­dente Con­sti­tu­cional de Venezuela.

Se con­struyó entonces el primer acue­duc­to uti­liz­able que cono­ció la ciu­dad y se dotó a la población del líqui­do indis­pens­able para sus necesi­dades. Para la fecha ejer­cía la gob­er­nación del esta­do Lara el gen­er­al Tesalio For­toul. La tubería de este acue­duc­to tenía como des­ti­no la fuente situ­a­da frente al tem­p­lo de La Paz, donde la gente lle­ga­ba con chir­guas, tina­jas, pimp­inas y bar­riles para sur­tirse del vital líqui­do. Es de hac­er notar que, en todo caso, la idea de la pota­bil­i­dad del agua no se conocía y el acuáti­co flu­i­do se con­sumía tal como se recibía de las fuentes disponibles, tan­to cer­canas como lejanas.

Un análisis de la calidad del agua 

Es así que, des­de ese primer momen­to, y luego en años suce­sivos, recayó en la respon­s­abil­i­dad del emi­nente médi­co doc­tor Anto­nio María Pine­da Bujan­da en 1890 hac­er un estu­dio de las aguas prove­nientes tan­to del río Tur­bio, la que­bra­da de Macu­to y las aguas proce­dentes del bosque de Titi­care, así como tam­bién las plu­viales, de man­an­tial, de lagu­nas, pozos y aljibes. Des­de 1888 el doc­tor Pine­da pub­li­ca­ba y man­tenía durante var­ios años la revista “Boletín del Hos­pi­tal de Cari­dad”, de apari­ción men­su­al y dis­tribu­ción gra­tui­ta y en el número 26 de la cita­da pub­li­cación, con fecha del 3 de sep­tiem­bre de 1890, el doc­tor Pine­da expone un estu­dio de su autoría tit­u­la­do De las aguas pota­bles de Bar­quisime­to, donde pro­pone que: Barquisime­to es nece­sario inves­ti­gar la influ­en­cia que puedan ten­er las aguas como causa de las enfer­medades; en las diar­reas y otras afec­ciones del tubo intesti­nal y del híga­do; en el coto; en el carate; la tisis; la fiebre palu­dosa; las afec­ciones urinarias &”

(Boletín del Hos­pi­tal de Cari­dad, Sep­tiem­bre 3 de 1890, N° 26. Año II.  Mes I°) 

Las aguas de que se ha hecho uso has­ta aho­ra en Bar­quisime­to, de acuer­do con el doc­tor Pine­da, eran las del río Tur­bio, de man­an­tial, de invier­no, de aljibe y de pozo.  Los análi­sis des­de el pun­to de vista físi­co-quími­co e higiéni­co efec­tu­a­dos por el dis­tin­gui­do, médi­co, cuyos resul­ta­dos apare­cen en el cita­do Boletín y sus datos estadís­ti­cos, a pesar de los incon­ve­nientes debidos a la fal­ta de ele­men­tos, arro­jan el hecho, entre otros, que la causa de muerte por enteri­tis y la dis­en­tería, tan­to en pacientes mas­culi­nos como femeni­nos, estaría lig­a­do, pre­sum­i­ble­mente, al con­sumo del agua, aparte de las diar­reas que pro­ducía en los vis­i­tantes que lle­ga­ban de otros pueblos.



Entre los resul­ta­dos de esos análi­sis de las aguas del río Tur­bio y de Titi­care, el doc­tor Pine­da establece que:

El agua de Titi­care con­tiene algu­nas sales de hier­ro.  (…) La can­ti­dad de sales que con­tiene por litro es bas­tante con­sid­er­able, aunque menos de 0, gr. 50 máx­i­mos de las sales que con­tienen las aguas pota­bles.  El agua toma­da en el man­an­tial con­tiene 0, gr. 46 y por fil­tración puede lle­gar a 0, gr. 44.  El agua de la pila está un poco más car­ga­da de sales que el agua de man­an­tial a causa del trayec­to que recorre por el sue­lo des­de el pun­to de sal­i­da has­ta la toma y por la cal que dis­uelve en el estanque.  Esta agua de Titi­care con­tiene una gran can­ti­dad de sus­tan­cias orgáni­cas sol­ubles e insol­ubles. El agua del Tur­bio, que hemos anal­iza­do, la hemos toma­do cuan­do esta­ban claras, porque las aguas negras de las avenidas son com­ple­ta­mente impota­bles y mal sanas, muy car­gadas de sus­tan­cias min­erales y orgáni­cas en putrefacción. 

(Boletín del Hos­pi­tal de Cari­dad, 1890.  N° 26)

El consejo del Dr Pineda

Con­tin­uan­do con su análi­sis, el doc­tor Pine­da abun­da en detalles rela­ciona­dos con la higiene y las con­se­cuen­cias de la mala dis­posi­ción y alma­ce­namien­to del agua, al estable­cer que el agua de Titi­care se car­ga de sus­tan­cias orgáni­cas, inorgáni­cas y min­erales insol­ubles, como hue­sos de lom­brices y cor­ri­en­te­mente los depósi­tos de las casas par­tic­u­lares se con­vierten en cri­aderos de huevos y lar­vas deposi­ta­dos en can­ti­dades incal­cu­la­bles, que se trans­for­man en mos­qui­tos. Asimis­mo, con­cluye, como era de esper­arse, que el agua del Tur­bio no sirve para el con­sumo de la población por las varia­ciones que sufre en su can­ti­dad de sales y sus­tan­cias con­t­a­m­i­nantes y por ende su calidad.

Tam­bién, ofrece algunos con­se­jos y solu­ciones para mejo­rar la cal­i­dad del agua del acue­duc­to de Bar­quisime­to, tales como obten­er­la más pro­fun­da­mente antes de que atraviese la capa veg­e­tal de las vegas del río para luego dis­tribuir­la a las casas y luego fil­trar­la para dis­minuir la can­ti­dad de sales sol­ubles y sus­tan­cias orgáni­cas. Debe con­ser­varse en vasi­jas aseadas y tapadas para evi­tar la entra­da de gérmenes, insec­tos, ani­males o veg­e­tales. El agua ha de ser fil­tra­da varias veces en piedra, fil­tro de car­bón u otros y hervir­la para despo­jar­la de micro­bios (Boletín del Hos­pi­tal de Cari­dad, N° 26).


Inau­gu­ración del Acue­duc­to de Bar­quisime­to 1929

 

 

 

Años después, en uno de los números del “Boletín Cien­tí­fi­co” en 1912, como se denom­inó luego el Boletín, el doc­tor Pine­da pub­li­ca un nue­vo artícu­lo denom­i­na­do “El agua del acue­duc­to de Bar­quisime­to”, en donde con­cluye lo siguiente:

El agua del acue­duc­to de Bar­quisime­to no es potable porque tiene más de 61 centi­gramos de sales por litro, mucho más de 50 centi­gramos que es el límite máx­i­mo; porque tiene 55 centi­gramos de sales de cal, cuan­do el máx­i­mo es 17; porque tiene car­bon­a­to de mag­ne­sia que lo hace más desagrad­able, lig­era­mente pur­gante, sobre todo para los foras­teros; y porque tiene una gran can­ti­dad de sub­stan­cias orgáni­cas sol­ubles e insol­ubles y microor­gan­is­mos. Se le puede con­sid­er­ar, más bien, como un agua min­er­al cál­ci­ca-mag­nési­ca lig­era­mente ferruginosa

 

Anzo­la, David, 1969, p.2

Como ya vimos, des­de antaño ya se vis­lum­bra­ba la impor­tan­cia que rep­re­senta­ba para los bar­quisimetanos las aguas de la que­bra­da de Macu­to y Titi­care como poten­ciales acuífer­os tras la búsque­da por sol­ven­tar el prob­le­ma del agua en Bar­quisime­to has­ta 1888, cuan­do se conc­re­ta este sueño tan anhela­do, al crearse el acue­duc­to para la ciu­dad con las aguas prove­nientes de Titi­care. Fue muchos años después, des­de 1930, des­de que el Bosque Macu­to fun­cionó como área de esparcimien­to y diver­sión de los bar­quisimetanos y sobre todo des­de 1948 cuan­do el Insti­tu­to Nacional de Obras San­i­tarias (INOS) pasa a admin­is­trar los acuífer­os para así abaste­cer de agua a la ciu­dad con la insta­lación de las primeras bom­bas suc­cionado­ras de los flu­i­dos tor­rentes para ali­men­tar y aumen­tar el cau­dal líqui­do del para entonces pre­cario y obso­le­to acue­duc­to de Bar­quisime­to, cuyas aguas provenían de Macu­to y Titi­care que una vez anal­izó tras acu­cioso estu­dio el inge­nio y el tal­en­to del doc­to Anto­nio María Pineda. 

Foto de por­ta­da: El doc­tor Anto­nio María Pine­da a los 25 años

REFERENCIAS
Anzo­la, David (1969). La per­son­al­i­dad y obra del doc­tor Anto­nio María Pine­da. Bar­quisime­to.
Pine­da, Anto­nio M. (1890). Boletines del Hos­pi­tal de Cari­dad. Barquisimeto

Relacionados

 - El Bosque Macuto: historia dorada

 — Abelardo Almao, en el paraje inconfundible de aquel Guamacire

 — La actividad comercial en Barquisimeto

 

Coméntanos tus impresiones sobre este artículo en el recuadro de abajo

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *