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José Gil Fortoul, barquisimetano prominente

 

Luis Alber­to Per­o­zo Padua
Peri­odista y escritor


EL CANDIL QUE ILUMINABA el zaguán de la casona número 71, de la calle Libertador de Barquisimeto (hoy carrera 19 entre calles 22 y 23), amaneció encendido gracias a la diligente atención de la servidumbre de doña Adelaida Fortoul Obregón, quien tenía una semana en confinamiento maternal, en su amplio dormitorio, donde los ventanales fueron rigurosamente sellados con grandes y gruesas cortinas para que ningún rayo de luz pudiera entrar.

Igual­mente una de las dos puer­tas del dor­mi­to­rio fue clausura­da con una man­ta oscu­ra para dejar el cuar­to en per­fec­to claus­tro monás­ti­co porque una ances­tral creen­cia daba por sen­ta­do que la luz y la intem­perie, menoscaba­ban la reti­na de los recién naci­dos y menos aún en aquel hog­ar colo­nial de cos­tum­bres cris­tianas de tipo conventual. 

José Gil For­toul vino al mun­do en la casona número 71, de la calle Lib­er­ta­dor (hoy car­rera 19 entre calles 22 y 23 de Barquisimeto

Cuan­do por fin llegó la comadrona, ya doña Ade­lai­da había comen­za­do el tra­ba­jo de par­to. La servidum­bre ago­b­i­a­da cam­ina­ba de un lado para otro bus­can­do agua caliente y otras vitu­al­las. Reciente había lle­ga­do el doc­tor José Espir­i­tu­san­to Gil, quien había orde­na­do a “Espiriti­co”, su espaldero, preparar­le agua caliente y luego hac­erse car­go de las bes­tias acuar­te­ladas ya en el establo. Lle­ga­ba exten­u­a­do de las cam­pañas de la Guer­ra de los Cin­co Años, como Coman­dante de Armas.

En una foto inédi­ta se obser­va al escritor e his­to­ri­ador José Gil For­toul, acom­paña­do de su hijo Hen­rique Gil For­toul y su esposa, Jose­fi­na Dagni­no de Gil For­toul y José Eduar­do Gil Dagni­no, hijo de la pare­ja. La cap­tura fue real­iza­da a comien­zos de la déca­da de los 40

Influenciado por su padre

El Pelón Gil, apo­do con el que era cono­ci­do por su calvez, había obtenido el títu­lo de licen­ci­a­do en Dere­cho Civ­il de la Uni­ver­si­dad Cen­tral de Venezuela, para luego recibir el doc­tor­a­do ese mis­mo año de 1844. Pron­to se enlistó en las filas del ejérci­to para luchar en la  insur­rec­ción políti­ca en con­tra de José Gre­go­rio Mon­a­gas, cayen­do pri­sionero en las bóvedas del Castil­lo de La Güi­ra, de donde se evade y se refu­gia en la isla de Bonaire.

Cuan­do Bar­quisime­to fue siti­a­do por la sol­dadesca fed­er­al, entre el 5 y el 10 de mar­zo de 1858, el Pelón, defendió con ímpetu la plaza solo con un poco menos de 600 hom­bres y un cañón, frente a un con­tin­gente de 1.500 sol­da­dos. No retro­cedió y por el con­trario, cuan­do lle­garon los refuer­zos cin­co días después, ya los fed­er­al­is­tas habían hui­do. Des­de entonces, le per­sigu­ió la leyen­da de héroe.

Con­tra­jo nup­cias con doña Ade­lai­da For­toul Obregón, el 11 de diciem­bre de 1860, en El Tocuyo, en una de las eta­pas más vio­len­tas de nues­tra his­to­ria reple­ta de rival­i­dades políti­cas que degener­aron en inter­minables con­tien­das armadas.

Gil For­toul fue cri­a­do en la hacien­da Hato Arri­ba, perteneciente a su padre, la cual esta­ba enclava­da en el munici­pio Bar­ba­coas que para entonces forma­ba parte del Dis­tri­to Tocuyo. Una mañana, El Pelón, tomó a José por la mano y lo con­du­jo al Cole­gio La Con­cor­dia, que regenta­ba el emi­nente pre­cep­tor don Egidio Mon­tesinos, de donde egresó como Bachiller en Filosofía y Letras el 2 de julio de 1880, año en que pub­li­ca su primer libro: La infan­cia de mi musa, una com­pi­lación de poe­mas bajo el cuida­do del tipó­grafo  y peri­odista Pedro María Azparren.

Durante una cena famil­iar, Gil For­toul comu­nicó a sus padres sus inten­ciones de mar­charse a Cara­cas a estu­di­ar dere­cho en la UCV, sigu­ien­do los pasos de su prog­en­i­tor. Para­le­la­mente, asiste a las clases de his­to­ria nat­ur­al del sabio Adolf Ernst, reci­bi­en­do el doc­tor­a­do en Cien­cias Políti­cas el 23 de enero de 1885. De allí en ade­lante, José Gil For­toul tran­si­tará una inten­sa e intere­sante car­rera como int­elec­tu­al, peri­odista, políti­co y diplomáti­co, alcan­zan­do la primera mag­i­s­tratu­ra nacional, cal­i­dad de encar­ga­do en 1913, cuan­do ocu­pa­ba un curul como pres­i­dente de la Cámara del Sena­do de Venezuela.

Reveladora fe de bautismo

His­to­ri­adores y escritores han men­ciona­do y repeti­do a lo largo de los años, con soporte o fun­da­men­to incor­rec­to, que el céle­bre his­to­ri­ador y expres­i­dente de la Repúbli­ca, José Gil For­toul, vino al mun­do en El Tocuyo el 25 de noviembre.

No obstante, en el libro número 53, cor­re­spon­di­ente a los años 1861 a 1864, folio 28 de la par­ro­quia Tocuyo, se encuen­tra la par­ti­da de bautismo de José Gil For­toul, quien más tarde fuera el pio­nero del pen­samien­to cien­tí­fi­co de la his­to­ria venezolana.

“En la ciu­dad del Tocuyo á dies y nueve de Mar­zo de mil ochocien­tos sesen­ta y dos, yo el cura pro­pio de esta San­ta Ygle­sia bau­tizé solem­ne­mente á José que nació el veinte y nueve de noviem­bre últi­mo, hijo legí­ti­mo de José Gil y Ade­lai­da For­toul. Fueron sus padri­nos Basilio Roque y Domin­ga Gar­cía á quienes adver­ti el par­entesco y obligación, de que certifico.

José Anto­nio Ponte”. (sic)

Es copia exac­ta del orig­i­nal. Pbro Ren­zo Beg­ni. Direc­tor de Archi­vo. Cer­ti­fi­ca­do que se expi­de en Bar­quisime­to a los tres días del mes de julio de dos mil dos.

La cer­e­mo­nia reli­giosa de bau­ti­zo de José Gil For­toul, se cele­bró en el tem­p­lo del Hos­pi­tal de Belén, toda vez la igle­sia matriz de El Tocuyo esta­ba someti­da a reparaciones.

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