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Alirio Díaz: la musicalidad del semiarido, fuerza creadora con sentido de futuro

 

Carlos Giménez Lizarzado
Historiador y editor



En las manos de Alirio Díaz, la guitarra ha dejado de ser un instrumento musical, para convertirse en fuerza creadora de historia y realización de un país.  Este hombre de La Candelaria nacido un 12 de noviembre de 1923, habrá de darle vuelta al mundo en las seis cuerdas de su guitarra.  Seguirle la pista a su vocación es encontrar la historia de su Carora y de Venezuela en las coordenadas cosmopolitas.  No está en el simple deleite del ejecutante el sentido de lo que hace, sino que observa en su entorno, los valores de su aldea  e  investiga al hombre venezolano para hacer  universal su quehacer como músico.

El Pre­mio Nacional de Músi­ca, el Pre­mio Gabriela Mis­tral y la Orden de Ciu­dadano Hon­o­rario del gob­ier­no de Alessan­dría, Italia, le dan una dimen­sión inter­na­cional, no para colo­car­lo en un pedestal, sino para recono­cer la labor de un pueblo al cual reconoce el mae­stro Alirio Díaz como fun­da­men­to de lo que es su ser.

Sus primeros quince años tran­scur­ren en la aldea rur­al, de estos días recor­dará y asim­i­lará el lengua­je de los árboles y de las aves; al dividive dedi­cará una epís­to­la para agrade­cer por los recuer­dos de los rit­mos y la musi­cal­i­dad pre­sente en su armazón. ¨Cualquier gesto del vien­to o de la brisa basta­ba para que, con el cru­ji­do entrañable de tus mis­mos bra­zos tarar­eas­es tu musi­cal men­saje: un son­sonete reit­er­a­ti­vo y sug­es­ti­vo que debió ase­me­jarse al que aprendieron hom­bres y pájaros de inmemo­ri­ales pari­entes tuyos¨[1]. 

En La Can­de­lar­ia, en el calor del hog­ar y el rit­mo de los que­hac­eres domés­ti­cos de su madre y her­manas oirá tem­prana­mente el sen­ti­do musi­cal de la vida. Ya a los nueve años toca­ba el cua­tro.  Dice que aprendió  ¨El Ausente¨ por las inter­preta­ciones que hacía la Ban­da Lara, durante las fies­tas patronales del pueblo.

Jun­to a Baudilio Urquio­la Mos­quera, for­ma una orques­ta infan­til cuyos instru­men­tos eran pitos de totu­mas y matra­cas hechos del tal­lo del maíz.  La músi­ca esta­ba en la nat­u­raleza y en la sociedad.  En las influ­en­cias de la local­i­dad Alirio Díaz, resalta que entre 1928 y 1938 se ges­ta espon­tánea­mente  la  ¨sociedad musi­cal rur­al¨.  Así desta­can las famil­ias: Mos­quera Urquio­la, Verde Díaz, Riera Riera, Car­men María Verde y Gumersin­do Melén­dez y sus pro­pios padres cre­an un grupo musi­cal.  En este ambi­ente, Alirio Díaz dice  ¨y por eso mis­mo tam­bién yo tuve que nac­er para la músi­ca¨. [2]

De su padri­no Tita Verde, ori­un­do de La Can­de­lar­ia recibirá las enseñan­zas en lec­tura y escrit­u­ra, pero tam­bién algu­nas destrezas para la gui­tar­ra.  ¨Evi­tar el uso del dedo pul­gar de la mano izquier­da para pis­ar los bajos por detrás del dia­pasón de la gui­tar­ra, y a ejerci­tar más el uso del dedo meñique de la izquier­da en eje­cu­ciones ban­dolin­is­ti­cas¨[3].

Una vez que aprendió a leer y escribir comen­zó su relación con la cul­tura; en 1938, escribió una his­to­ria de La Can­de­lar­ia. Seguro que entre his­to­ria y tradi­ción Alirio Díaz mar­cha hacia la uni­ver­sal­i­dad de su vocación.  El mis­mo padri­no Tita Verde, le enseñó ¨los can­tos de los dos mun­dos artís­ti­cos pro­pios de la Gui­tar­ra. El pop­u­lar y el clási­co-académi­co¨[4]

Cuan­do se trasla­da a Caro­ra cuen­ta con 16 años de edad y ocurre otro encuen­tro mar­avil­loso; allí conoce a Rodri­go Riera con quien habrá de com­par­tir el uni­ver­so de la músi­ca.  Su asis­ten­cia a la Escuela Mon­tesinos le habrá de for­t­ale­cer la visión de pro­gre­so y los val­ores que había adquiri­do en su entorno famil­iar y de las amis­tades en su pueblo natal. En este cam­bio no sólo es el reen­cuen­tro con la músi­ca, sino que se rela­ciona con los escritos y el espíritu int­elec­tu­al de Chío Zubil­la­ga; lee a Alí Lame­da, Luis Oropeza Vásquez, Eli­sio Jiménez Sier­ra y a Héc­tor Mujica.

¨Me recomendó que me fuera a Tru­jil­lo a estu­di­ar con Laudeli­no Mejías.  Yo le había dicho que quería estu­di­ar humanidades, pero él me dijo: No hagas eso, eres gui­tar­ristaDedí­cate a tu gui­tar­ra, porque ese va a ser tu futuro¨[5]

Y ya con una madurez y sabi­en­do lo que quiere se va a Tru­jil­lo, donde es alum­no de Laudeli­no Mejías, ingre­sa a una ban­da local y aprende el sax­ofón y clar­inete.  Su pas­an­tía por Tru­jil­lo tam­bién le per­mi­tirá apren­der inglés gra­cias a las enseñan­zas de un trini­tario.  Aquí se rela­ciona con Luis Bel­trán Guer­rero, quien seguro habrá de influ­en­ciar su visión uni­ver­sal de las cosas.  Por cier­to la gran admiración del notable human­ista y poeta caroreño al músi­co Alirio Díaz, lo con­du­jo a dedi­car­le esta loa a l gui­tar­ra del maestro:

            Gui­tar­ra de Alirio Díaz*

                               Clavileño: 

Clav­i­jero;

Cor­cel de sueño.

Ella, sí, Alirio, entre tus manos

Para entonar el salmo y la alegría;

Sire­na de la sal en los arcanos

De la cis­ter­na mág­i­ca y sombría.

Cuer­po de ama­ran­to y de canela

Voz del agua, cari­cia del sentido,

Lim­bo de la gozosa duermevela,

San­gre de soledad, llan­to de olvido.

 

Si, ella sí; tem­blor de terciopelo,

Al aire seis con­juros de alegría,

Mástil de amor en el oscuro cielo,

Diosa de melo­diosa compañía.

 

Alígeros, volad, peces y pluma.

De Alirio el tri­un­fo cel­e­brad, cantores.

Mor­di­en­do rien­das de sono­ra espuma

Clav­i­jero, al azar.

                                                            ¡Loor, loores¡

En 1945,  lle­ga a Cara­cas, tiene en su haber las rela­ciones cul­tur­ales e int­elec­tuales de Caro­ra y Tru­jil­lo. Aquí se hará defin­i­ti­va­mente el artista de la gui­tar­ra.  Su vin­cu­lación con Vicente Emilio Sojo, Juan Bautista Plaza, Anto­nio Lau­ro, Manuel Enrique Pérez y Raúl Borges, fun­dador de la Primera Cát­e­dra de Gui­tar­ra del Mun­do en Cara­cas, será su puente para la con­sol­i­dación de una vocación, y para recibir el títu­lo de Mae­stro del instru­men­to de las seis cuerdas.

El hor­i­zonte con­tinúa fuera de las fron­teras y en 1950 el Min­is­te­rio de Edu­cación le con­cede una beca para estu­di­ar en Madrid. En el Real Con­ser­va­to­rio de Músi­ca y Decla­mación  obtiene en 1951 el diplo­ma de Pro­fe­sor y Pre­mio Extra­or­di­nario que otor­ga esta insti­tu­ción. Su mae­stro Regi­no Sáinz de la Maza lo colo­cará en el camino de la glo­ria.  Una vez en Siena, Italia, en la Acad­e­mia Musi­cal Chi­giana, conoce a otra gran figu­ra de la gui­tar­ra, se tra­ta de Andrés Segovia.  Lle­ga a ser su asis­tente y pos­te­ri­or­mente pro­fe­sor de los cur­sos de gui­tar­ra clási­ca en la mis­ma acad­e­mia has­ta 1964.

Des­de esta fecha, el norte ha sido el tra­ba­jo para hac­er de su arte una vía que con­duz­ca el sen­ti­do de lo nacional hacia el futuro.  En su itin­er­ario des­de La Can­de­lar­ia has­ta Europa, está el secre­to de sus éxi­tos.  No imi­ta, o difunde modas, bus­ca en las raíces de nue­stros ter­ri­to­rios-hom­bres la esen­cia de lo que somos.  El antropól­o­go Miguel Acos­ta Saignes nos da la dimen­sión de este hom­bre naci­do en un cam­po vene­zolano, que des­de la músi­ca des­cubre el sen­ti­do históri­co de la cul­tura de su país.

                                 ¨…os intere­ses int­elec­tuales y nacional­is­tas de Alirio Díaz

                                   Van mucho más allá del ámbito musi­cal.  En sus trabajos

                                  mues­tra olvi­da­dos  prece­dentes  de  las  que  son hoy sus

                                  pre­ocu­pa­ciones  y  la  de  miles de  vene­zolanos.  Realiza

                                  des­cubrim­ien­to  de  orí­genes  musi­cales, cor­rela­ciona los

                                  fenó­menos   de  la  cul­tura   musi­cal   con   la   de    otras

                                  sig­nifi­ca­ciones sociales, rela­ta biografías  de  personajes

                                  olvi­da­dos, se refiere a  las  car­ac­terís­ti­cas  adquiri­das en

                                  nue­stro   país   por   ras­go   venido    de   otros   mundos,

                                  con­tribuye  al  estu­dio  de  la  for­ma­ción  mes­ti­za  de  la

                                  cul­tura nacional.[6]

Esta apre­ciación viene dada porque no sólo Alirio Díaz eje­cu­ta magis­tral­mente la gui­tar­ra, sino que des­de 1980,  se ha ded­i­ca­do a la inves­ti­gación antropológ­i­ca e históri­ca de la cul­tura vene­zolana.  Ha des­cu­bier­to des­de sus tem­pranas obser­va­ciones en La Can­de­lar­ia que el hom­bre es sín­te­sis entre su ambi­ente, la his­to­ria y la tradi­ción.  De ello nos ha entre­ga­do dos extra­or­di­nar­ios libros: ¨Músi­ca en la vida y lucha del pueblo vene­zolano¨ (1980) y ¨Al divis­ar el humo de la Aldea Nati­va¨ (1984).

Ten­emos los larens­es en Alirio Díaz, un pat­ri­mo­nio espir­i­tu­al para seguir con­struyen­do futuro.  Es el hom­bre inte­gral que por dis­ci­plina, con­stan­cia y tra­ba­jo con­quista en cada acción un sen­ti­do para creer en su pueblo, en su gente, en su país.

Cronología
1923:   Nace el 12 de noviem­bre en La Can­de­lar­ia, munici­pio Burere (hoy Par­ro­quia Las Mercedes).

1939:   Com­ple­ta la edu­cación pri­maria en la Escuela Fed­er­al de Carora.

1942:   Mar­cha hacia Tru­jil­lo, aprende con Laudeli­no Mejías sax­ofón y clar­inete. Tra­ba­ja con Luis Bel­trán Guer­rero en el Sem­a­nario Presente.

1945:   Se trasla­da a Cara­cas. Es inte­grante de la Ban­da Mar­cial. Se vin­cu­la Vicente Emilio Sojo, Juan Bautista Plaza, Raúl Borges, Manuel Pérez Díaz, Anto­nio Lauro.

1950:   Es beca­do por el Min­is­te­rio de Edu­cación Nacional para estu­di­ar en el Real Con­ser­va­to­rio de Músi­ca de Madrid con la tutela de Regi­no Sáinz de la Maza.

1954:   Ingre­sa a la Acad­e­mia Chi­giana, en Siena, Italia.  Es asis­tente del Mae­stro español Andrés Segovia.  Pos­te­ri­or­mente nom­bra­do tit­u­lar de los cur­sos de gui­tar­ra clásica.

1964:  Deja la cát­e­dra en Siena. 1980:   Per­manece en Venezuela.  Real­iza dis­tin­tas activi­dades cul­tur­ales en el esta­do Lara y en Caro­ra.  Pub­li­ca dos libros: ¨Músi­ca en la vida y lucha del pueblo vene­zolano¨ y ¨Al divis­ar el humo de la aldea nativa¨.

FUENTES

DÍAZ, Alirio. (1980). ¨Músi­ca en la vida y lucha del pueblo vene­zolano¨. Cara­cas.  Insti­tu­to lati­noamer­i­cano de Inves­ti­ga­ciones y Estu­dios Musi­cales Vicente Emilio Sojo.

______________.(1984). ¨Al divis­ar el humo de la aldea nati­va¨. Caracas.

ROJAS, Reinal­do. (1996).  ¨La Economía de Lara en Cin­co Sig­los¨. Bar­quisime­to. Aso­ciación Pro-Venezuela. Sec­cional Lara. 110 p.

[1] Díaz, Alirio. (1984). ¨Al Divis­ar el Humo de la Aldea Nati­va¨. Cara­cas, p. XII.

[2] Ibid. P. 58

[3] Ibid. P. 54

[4] Ibidem.

[5] Díaz, Alirio. (2001). ¨Me habría gus­ta­do ser peri­odista o lit­er­a­to¨. En: El Impul­so. Bar­quisime­to 8 de julio. p. D‑9

[6] Acos­ta Saignes, Miguel. (1980).¨Exor­dio¨: Alirio Díaz, Músi­ca en la Vida y Lucha del Pueblo Vene­zolano. Cara­cas. Insti­tu­to Lati­noamer­i­cano de Inves­ti­ga­ciones y Estu­dios Musi­cales Vicente Emilio Sojo.

CorreodeLara

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