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La Independencia de Venezuela fue una guerra civil

 

Ángel Rafael Lombardi Boscán
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@lombardiboscan

 AL VENEZOLANO se la ha hecho creer que nuestra Independencia fue un acto hermoso y romántico de unos héroes que lucharon por la libertad en contra de un imperio extranjero, el español, que oprimía a los venezolanos que habitaron la Capitanía General de Venezuela, un territorio disperso, despoblado y abandonado en demasía. La imagen se agranda cuando en los libros de historia escolar nos encontramos con los paladines: Bolívar, Páez, Mariño, Sucre y Urdaneta, todos impolutos y dechados de virtudes, enfrentados a monstruos sanguinarios como Boves, Rosete, Antoñanzas, Morales y Morillo


                El teatro épi­co se ha con­ver­tido en un rela­to encubri­dor de los hechos que acaecieron entre 1810 y 1823 cuan­do cul­minó éste san­gri­en­to episo­dio que de glo­rioso tuvo en real­i­dad muy poco. Lo primero que hay que pun­tu­alizar es que España desa­pare­ció del mapa en el año 1808 cuan­do fue inva­di­da por la Fran­cia de Napoléon Bona­parte y des­de entonces sus ter­ri­to­rios colo­niales en Améri­ca quedaron a la bue­na de Dios. Este vacío juris­dic­cional hizo frac­turar todo el orden colo­nial que sin necesi­dad de un ejérci­to de ocu­pación man­tu­vo el orden monárquico en Améri­ca por tre­scien­tos años para sat­is­fac­ción de la inmen­sa may­oría de sus habitantes.

                El orden jerárquico social, el edi­fi­cio que lo man­tenía en pie, repenti­na­mente, se der­rum­bó y planteó el reto para el sec­tor diri­gente blan­co criol­lo rehac­er­lo des­de unas nuevas for­mas de autori­dad políti­ca de acuer­do al nue­vo canon lib­er­al for­ja­do en las rev­olu­ciones bur­gue­sas y atlán­ti­cas como la ingle­sa del año 1688, la france­sa de 1789 y la esta­dounidense del año 1776. En todos estos pro­ce­sos rev­olu­cionar­ios que ter­mi­naron sien­do con­tien­das civiles san­gri­en­tas se reac­cionó en con­tra del sis­tema abso­lutista para pro­pon­er otro de nat­u­raleza lib­er­al, bur­gués, cap­i­tal­ista y republicano.

                El jun­tismo criol­lo caraque­ño lo inten­tó a par­tir del año 1810 de una for­ma pacta­da sin tomar en cuen­ta, más allá de la retóri­ca y los escritos para la galería inter­na­cional, a los sec­tores may­ori­tar­ios con­for­ma­dos por blan­cos canarios, par­dos, llaneros, indios y esclavos negros. Ofrecieron una prop­ues­ta de sociedad lib­er­al sin mod­i­ficar la estruc­tura económi­ca basa­da en la explotación económi­ca e infe­ri­or­i­dad legal de estos. El “Glo­ria al Bra­vo Pueblo” fue exclu­i­do en el mis­mo momen­to en que de daba ini­cio a la Independencia.

                Nues­tra Inde­pen­den­cia se ini­ció como una acto pre­ven­ti­vo de “inten­ción con­ser­vado­ra en lo social” por parte de un man­tu­a­na­je blan­co que perdió la con­fi­an­za en sus destrezas como sec­tor dom­i­nante luego del aban­dono met­ro­pol­i­tano. Psi­cológi­ca­mente se sin­tieron abru­ma­dos por los cam­bios del entorno atlán­ti­co y caribeño y no supieron reac­cionar ade­cuada­mente. Lo suce­di­do en Haití en 1791 les par­al­izó de miedo y cuan­do el “traidor” Fran­cis­co de Miran­da les vino a dar la “lib­er­tad” en el año 1806 se pusieron de parte del Capitán Gen­er­al  Manuel Gue­vara Vasconcelos.

Rey de España Fer­nan­do VII

                Lo demás no es difí­cil adiv­inarlo. Los lla­ma­dos sec­tores “viles” que con­forma­ban a la “mul­ti­tud promis­cual” al abrirse el dique de la anar­quía y acabarse el equi­lib­rio con­sen­sua­do en torno a un rey pater­nal aho­ra ausente y descabeza­do se lan­zaron por la vía de la vio­len­cia, el ban­do­leris­mo y el pil­la­je a obten­er por las malas lo que se les venía negan­do por las bue­nas des­de hace sig­los. En ellos no hubo ni ban­deras, ni col­ores y mucho menos algún pro­gra­ma políti­co que les hubiese servi­do de guía. Bolí­var entre los años 1810 y 1814 es otro jefe más entre cien­tos que man­tenían ejérci­tos pri­va­dos den­tro de una guer­ra civ­il desa­ta­da y car­ac­ter­i­za­da por la bru­tal­i­dad y el exter­minio en pos de difusas man­i­festa­ciones de jus­ti­cia que en real­i­dad fueron más que todo vendet­tas per­son­ales. El ren­cor y el resen­timien­to social desa­ta­dos hicieron del año 1814 el año más ter­ri­ble de todo éste pro­ce­so lla­ma­do de la Independencia.

                Nues­tra his­to­ri­ografía, en gen­er­al, se lava las manos y recar­ga toda la respon­s­abil­i­dad del hor­ror en los “españoles” que sigu­ieron a Boves y otros jefes. Cuan­do en real­i­dad las huestes que decían apo­yar la causa del rey estu­vieron for­ma­da en un 99% por gente naci­da en el país, es decir, los mis­mos vene­zolanos. Habrá que esper­ar has­ta el año 1815, cuan­do resti­tu­i­do Fer­nan­do VII en el trono de España, se envió a un Ejérci­to Expe­di­cionario con 12.000 vet­er­a­nos para recon­quis­tar Améri­ca y restau­rar el viejo orden colo­nial. Don Pablo Moril­lo, el Paci­fi­cador, tenía como mis­ión imposi­ble no acabar con­tra los rebeldes patri­o­tas, ya de por sí aplas­ta­dos por la rebe­lión pop­u­lar cap­i­tal­iza­da ambigua­mente por las ban­deras del rey, sino la de pon­er en cin­tu­ra a un guer­rillero y ban­dolero como lo fue Boves cuya insub­or­di­nación y razz­ia con­tra los blan­cos sin dis­tin­ción fue algo inaceptable.

               

Lau­re­ano Val­le­nil­la Lanz

Lau­re­ano Val­le­nil­la Lanz (1870–1936), es el padre de ésta tesis de la guer­ra civ­il para explicar nues­tra Inde­pen­den­cia y lo hizo en un libro que lle­va por títu­lo: “Cesaris­mo Democráti­co” (1919) cuya actu­al­i­dad y vigen­cia es sor­pren­dente. Lo sor­pren­dente es que es una tesis clan­des­ti­na que no ha goza­do de la pop­u­lar­i­dad ni den­tro del ámbito académi­co y mucho menos en las alturas del poder. Suponemos que esto es así porque el tema de la Inde­pen­den­cia no es un tema de la his­to­ria real sino de la ide­ología y los mitos. Y ya sabe­mos que nues­tra religión patrióti­ca es la san­gre que cir­cu­la en el cuer­po nacional de una man­era exac­er­ba­da con fines hipócrita­mente salud­ables para nues­tra sociedad. Además, y esto es el pun­to de fon­do, Bolí­var y los “padres fun­dadores” de Venezuela quedarían muy mal como meros degol­ladores de sus pro­pios congéneres. 

CorreodeLara

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