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La Divina Pastora preside las palmas del Domingo de Ramos en Santa Rosa

Juan José Peralta
Periodista


El Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, es para los larenses muy especial porque la imagen venerada de la Divina Pastora ya está en su santuario natural de Santa Rosa y allí preside los oficios de las palmas en este día. En su procesión de regreso no la acompaña el gentío del 14 de enero cuando viene a la ciudad en su tradicional peregrinación anual.

El Domin­go de Ramos es el pór­ti­co espir­i­tu­al de la Sem­ana San­ta cuan­do el mun­do  cris­tiano con­mem­o­ra la entra­da apoteósi­ca de Jesús de Nazaret a Jerusalén, acla­ma­do por una mul­ti­tud, días antes de su pasión, muerte y res­ur­rec­ción men­ciona­da por todos los evan­ge­lios canóni­cos, Mateo, Mar­cos, Lucas y Juan. 

Antes de entrar a Jerusalén, Jesús se detu­vo en Beta­nia y Betfagé, cenó con Lázaro y sus her­manas María y Martha. Se cuen­ta que Jesús envió a dos dis­cípu­los a la aldea cer­cana a recuper­ar un polli­no. Sobre este bor­ri­co Jesús entró a Jerusalén y así lo describen los evan­ge­lios y cómo la gente alfom­bra­ba su camino y tam­bién cómo deja­ba a un lado pequeñas ramas de árbol. La gente tam­bién canta­ba parte del libro de los salmos ”Ben­di­to quien viene en el nom­bre del Señor, Ben­di­to es el envi­a­do del Reino de Nue­stro Padre David”.

La Sem­ana San­ta comien­za con el Domin­go de Ramos de la Pasión del Señor, que une el tri­un­fo de Cristo, acla­ma­do como Mesías por los habi­tantes de Jerusalén y en el rito de la pro­ce­sión de las pal­mas por los católi­cos y el anun­cio de la pasión, con la procla­mación de la nar­ración litúr­gi­ca en la misa.

Los ramos son el sig­no de la par­tic­i­pación gozosa en el rito pro­ce­sion­al, es la expre­sión de la fe del señor y de la Igle­sia en Cristo, Mesías y Señor, que va hacia la muerte para la sal­vación de todos los hom­bres. Por eso, este domin­go tiene un doble carác­ter, de glo­ria y de sufrim­ien­to, es lo pro­pio del Mis­te­rio Pas­cual. Los días que van has­ta el Jueves San­to pertenecen al tiem­po cuares­mal, car­ac­ter­i­za­dos por los últi­mos acon­tec­imien­tos de la vida del Señor, con exclusión de otras celebraciones.

Div­ina Pas­to­ra y Hotel Nue­va Segovia

Los primeros años de la Igle­sia los cris­tianos se con­tenta­ban con cel­e­brar la Pas­cua a lo largo de la noche y el día evo­can­do por medio de las lec­turas bíbli­cas el rela­to de la Pasión de Jesús, des­de la últi­ma cena. Poco a poco los cris­tianos sin­tieron la necesi­dad de cel­e­brar los grandes mis­te­rios de la Reden­ción y así nació lo que cono­ce­mos como la Sem­ana Santa.

La cel­e­bración del Domin­go de Ramos se comen­zó a en Jerusalén a finales del siglo IV y su litur­gia comien­za con la ben­di­ción de las pal­mas y ramas de oli­vo. El rojo es el col­or litúr­gi­co de éste día y rep­re­sen­ta a Jesús como rey en su entra­da tri­un­fal en Jerusalén. Al comien­zo de la cel­e­bración, el sac­er­dote viste de pro­ce­sion­al con capa plu­vial roja. Se da la bien­veni­da y tras una admoni­ción, se ben­di­cen las pal­mas y los ramos de oli­vo que lle­van en sus manos los fieles.

La antesala a la Semana Mayor

Los prepar­a­tivos para la Sem­ana San­ta se remon­tan al siglo XIX y eran dis­tin­tos a los de hoy, por supuesto. En épocas pasadas la fecha era acom­paña­da de un hál­i­to mís­ti­co, de paz y silen­cio prop­i­cio para el recuer­do del mar­tirio y el sac­ri­fi­cio de Cristo. En la víspera, los devo­tos prepara­ban afanada­mente las pren­das de vestir que lucirían los días de rego­ci­jo. Con­sid­er­a­ban que al estre­nar ropa en la cer­e­mo­nia reli­giosa, serían rec­om­pen­sa­dos con bue­na suerte el resto del año. ¿Y tus estrenos?

Pro­ce­sión y Misa Div­ina Pastora

En ante­ri­ores tiem­pos la fe priv­a­ba en el espíritu del vene­zolano. La muerte de Jesús en El Cal­vario era toda una tradi­ción, la gente se man­tenía en com­ple­to silen­cio y no se per­mitía alzar la voz, hac­er rui­do o dis­cu­tir, bajo una atmós­fera de paz y recogimien­to. Según las creen­cias pop­u­lares, la carne del Señor era heri­da por los golpes. Las  cam­panas de las igle­sias calla­ban y las cer­e­mo­nias se anun­cia­ban con matra­cas. Y todavía es así.

El Lunes San­to la cel­e­bración litúr­gi­ca católi­ca recuer­da la expul­sión de los mer­caderes del Tem­p­lo de Jerusalén, como lo refle­ja el Evan­ge­lio de San Juan y el pasaje de la Unción en Beta­nia en casa de Lázaro, a quien Cristo resucitó. En el Evan­ge­lio del Martes San­to, Jesús antic­i­pa a sus dis­cípu­los la traición de Judas y las Nega­ciones de San Pedro y es la “últi­ma lla­ma­da” de la igle­sia al sacra­men­to de la confesión.

Final de la Cuaresma

La cel­e­bración del Miér­coles San­to mar­ca el final de la Cuares­ma y el comien­zo de la Pas­cua. Este es el día cuan­do Judas Iscar­i­ote se reúne con el Sane­drín, para traicionar al mae­stro por trein­ta mon­edas de pla­ta. En casi todas las pobla­ciones de Venezuela se ven­era la figu­ra del Nazareno y en casi todas se real­izan pro­ce­siones con la ima­gen car­gan­do la cruz camino al cal­vario, lla­ma­do pop­u­lar­mente “El Nazareno”.

En las pro­ce­siones los fieles acos­tum­bran acom­pañar la ima­gen vesti­dos con túni­cas moradas referi­dos al pasaje del evan­ge­lio que indi­ca los azotes a Jesús y la colo­cación de una coro­na de espinas y un man­to púr­pu­ra. Al vestirse con las túni­cas moradas y muchas veces car­gan­do una cruz y andar descal­zos, los fieles agrade­cen favores y mila­gros atribui­dos a Jesús Nazareno. Dicen pop­u­lar­mente que cada pueblo tiene su Nazareno, algunos muy cono­ci­dos y ven­er­a­dos como el el caraque­ñísi­mo Nazareno de San Pablo, el de Ach­aguas en Apure y el de Los Ras­tro­jos, en Lara.

El Nazareno de San Pablo es una obra escultóri­ca  del siglo XVII atribui­da al escul­tor Felipe de Ribas, tal­la­da en Sevil­la en madera de pino de Flan­des, ven­er­a­da en la basíli­ca de San­ta Tere­sa en la cap­i­tal. Esta ima­gen rep­re­sen­ta a Jesu­cristo car­gan­do la cruz y pro­tag­on­i­za una sen­ti­da pro­ce­sión en el corazón de Cara­cas donde recibe la ado­ración des­de los tiem­pos de la capil­la de San Pablo que le dio su nombre.

Cuen­tan que allá por 1597 se pro­du­jo una epi­demia de escor­b­u­to y la ima­gen fue saca­da en rog­a­ti­va, como se acos­tum­bra­ba entonces y en la pro­ce­sión un raci­mo de limones se enredó en la coro­na y algunos cayeron al sue­lo y los devo­tos los reco­gieron como señal div­ina, dán­do­los como med­i­c­i­na a los enfer­mos, quienes ráp­i­da­mente sanaron. Esta his­to­ria la cuen­ta de man­era her­mosa el poeta Andrés Eloy Blan­co en su poe­ma El limonero del Señor.

La ima­gen fue con­sagra­da el 4 de julio de 1674 por fray González de Acuña y recibió cul­to en la capil­la de San Pablo has­ta que en 1880 el pres­i­dente gen­er­al Anto­nio Guzmán Blan­co ordenó der­rib­ar­la, lev­an­tan­do allí el teatro con su nom­bre. Vanidad pura. Peca­do. Hoy es el teatro Munic­i­pal de Caracas.

Tam­bién Guzmán Blan­co ordenó eri­gir en hon­or a su esposa la basíli­ca de San­ta Tere­sa, sien­do traslada­da la ima­gen del Nazareno a este nue­vo tem­p­lo, donde es ven­er­a­da en la actu­al­i­dad. Antes de la cel­e­bración, los devo­tos ador­nan la ima­gen con cin­co mil orquídeas para su procesión.

Otro Nazareno muy cono­ci­do es el de Ach­aguas, en el esta­do Apure, donde mucha gente pere­g­ri­na en Sem­ana San­ta. Es una tal­la reli­giosa a quien acred­i­tan numerosos mila­gros. El 10 de mar­zo de 1821 el gen­er­al José Anto­nio Páez oró en la igle­sia de Ach­aguas donde tenía su cuar­tel gen­er­al y había recibido orden del Lib­er­ta­dor de mar­char con su ejérci­to has­ta San Car­los. En su oración se com­pro­metía con la igle­sia de la ciu­dad con una solemne ima­gen de Jesús Nazareno –de quien era fiel devo­to– si logra­ba la vic­to­ria y el 24 de junio de 1821 las fuerzas patri­o­tas obtu­vieron una vic­to­ria deter­mi­nante en la sabana de Carabobo en la que el cen­tau­ro llanero jugo papel crucial.

Luego de la guer­ra y sep­a­ra­da Venezuela del sueño boli­var­i­ano de la Gran Colom­bia por su propia acción, Páez es pres­i­dente de Venezuela y cumplió su prome­sa a Ach­aguas y en 1833 le encar­ga al tallista español Merced Rada la ima­gen que es entre­ga­da a la igle­sia en 1835. La figu­ra tiene 1.80 met­ros de altura y la cruz que sostiene el Nazareno mide 2.70 met­ros de largo y 1.40 met­ros el palo menor con siete cen­tímet­ros de grosor. Des­de entonces, los Miér­coles San­tos los devo­tos se con­gre­gan en la igle­sia y en el pueblo de Ach­aguas para pedir favores, pagar prome­sas y acom­pañar al Nazareno en la pro­ce­sión des­de las cin­co de la tarde has­ta la medianoche.

Nazareno de Los Rastrojos

Dicen que El Nazareno de Los Ras­tro­jos, local­i­dad de Cabu­dare, par­ro­quia del munici­pio Palave­ci­no del esta­do Lara, es la ter­cera ima­gen del Nazareno más antigua de Venezuela, después del Nazareno de San Pablo en Cara­cas. Esta tal­la en madera azul sug­iere que sus orí­genes se remon­tan al siglo XVIII.

La escul­tura fue restau­ra­da en 2006 por el arqui­tec­to Gus­ta­vo Zajac y el artista plás­ti­co Har­ry Shus­ter, impul­sa­dos por el pres­bítero del san­tu­ario, Bog­dan Zalews­ki. El restau­rador sospecha que el Nazareno data del siglo XVII, pues en esa época se tra­ba­ja­ba la madera en col­or azul. Para los his­to­ri­adores sig­nifi­ca que el san­to “no está desnudo”.

Un ros­tro cansa­do, sudoroso, jadeante y que expre­sa sufrim­ien­to, así como venas muy bien tal­ladas en manos y pies, son algu­nas de las car­ac­terís­ti­cas “reales” de esta ima­gen, lo que indi­ca que quien la tal­ló era un exper­to con ele­va­do espíritu católi­co, describía la peri­odista Mar­le­nis Castel­lanos. Se cree que la ima­gen fue lle­va­da a Los Ras­tro­jos por los padres capuchi­nos en 1687. Tam­bién dicen que el Nazareno llegó al esta­do Lara primero que la Div­ina Pastora.

Los católi­cos agrade­cen al Nazareno de muchas man­eras. Entre ellas, regalan la tela para la túni­ca que lucirá en la pro­ce­sión de la Sem­ana May­or, cuan­do es acom­paña­do por la vir­gen La Dolorosa, las tres marías y San Juan. Des­de todas partes del esta­do Lara y otras regiones se acer­can feli­gre­ses para pagar prome­sa o pedir un favor al Nazareno de Los Rastrojos.

Los días más impor­tantes de la Sem­ana San­ta son los del lla­ma­do Trid­uo Pas­cual: el Jueves San­to y el Viernes San­to, en el que se con­mem­o­ra la cru­ci­fix­ión y muerte de Cristo, el Sába­do San­to, cuan­do se con­mem­o­ra a Cristo en el sepul­cro y el Domin­go de Pas­cua de la Res­ur­rec­ción, perío­do cuan­do el Cris­tian­is­mo se vive más intensamente.

CorreodeLara

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