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La conspiración del 19 de Abril se tramó en casa de un barquisimetano

Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y escritor
luisalbertoperozopadua@gmail.com
TW/IG: @LuisPerozoPadua

José Ángel Álamo nació en la Nue­va Segovia de Bar­quisime­to el 13 de julio de 1774

Aquel­la oscu­ra noche del 18 de abril del año del Señor de 1810, señal­a­do en el cal­en­dario como Miér­coles San­to, en la casona del médi­co bar­quisimetano José Ángel Álamo, se dis­pusieron seis can­de­labros de 18 velas cada uno, en cua­tro sitios difer­entes del amplio salón cuida­dosa­mente amue­bla­do. En su inte­ri­or, un nutri­do grupo de hom­bres revis­aron los detalles de últi­ma hora, todos con­vo­ca­dos y ani­ma­dos por la chis­pa que encen­dería los con­cluyentes sueños de libertad.

Durante los primeros días del mes de abril, en la ciu­dad de San­ti­a­go de León de Cara­cas, las llu­vias habían sido copiosas y tene­brosas, con largas noches de bru­ma en donde urdía la con­ju­ra inde­pen­den­tista con­tra la coro­na española.

Pese a que el movimien­to sedi­cioso había sido des­cu­bier­to por las autori­dades real­is­tas, no se tenía la certeza de la efec­tivi­dad y el alcance. Por su parte, el capitán gen­er­al don Vicente de Emparan, con­trari­a­mente tenía la erra­da certeza que los man­tu­anos plan­i­fi­ca­ban en silen­cio su asun­ción a pre­sidir la Jun­ta Supre­ma de Gob­ier­no “de allí su tran­quil­i­dad y sosiego”.

Los antecedentes más recientes habían esta­do pro­tag­on­i­za­dos por intri­gas, espi­ona­je y mucha san­gre, cuyo dic­ta­men final sería inter­pre­ta­do por la Real Audi­en­cia de Cara­cas, con con­de­nas de pena de muerte, tor­tu­ra, ahor­ca y des­cuar­ti­za­mien­to en actos públi­cos en la Plaza Mayor.

Empero, en esta opor­tu­nidad, los con­spir­adores plan­i­fi­caron el com­plot con un cuida­do metic­u­loso, frontal y deter­mi­nante, en una activi­dad sin tregua cuyo foco prin­ci­pal residía en el con­traes­pi­ona­je, inter­cep­tan­do así la nutri­da cor­re­spon­den­cia al rey usurpador de España, José Bona­parte, her­mano del emper­ador Napoleón Bonaparte.

19 de Abril de 1810. Juan Lovera. Óleo sobre tabla

La noche que fraguaron la conjura

Aque­l­la noche del 18 de abril, fueron apare­cien­do uno a uno los con­ju­ra­dos que lle­garon furtivos entre la mul­ti­tud que ple­na las calles del veci­no tem­p­lo, donde se cel­e­bra­ban las litur­gias de la Sem­ana May­or. Álamo recibe entre los primeros con­vo­ca­dos a José Félix Ribas, Mar­i­ano y Tomás Mon­til­la, Nicolás Anzo­la, Martín Tovar Ponte, Dion­i­cio Sojo, Nar­ciso Blan­co, Manuel Díaz Casa­do, Fran­cis­co Salias, José Ven­tu­ra Reque­na y Luis Reyes, a quienes se les despachó las acciones más arries­gadas del plan para apre­sar al mariscal de cam­po don Vicente de Emparan, cuan­do asistiera el 19 de abril, a las solemnes cer­e­mo­nias reli­giosas de la Cat­e­dral Metropolitana. 

Álamo y Ribas dirigieron los pro­ced­imien­tos de la insur­gen­cia ese 18 de abril, razón por la cual las autori­dades colo­niales enter­adas de la inmi­nente insur­rec­ción, apelaron a pro­ced­imien­tos drás­ti­cos orde­nan­do la deten­ción de ambos con­spir­adores, noti­cia de la que se enteró don Andrés Bel­lo, comu­nicán­dola per­sonal­mente. Álamo, en conocimien­to de aque­l­la funes­ta decisión ofi­cial, adop­tó las pre­vi­siones del caso y no asis­tió a la históri­ca jor­na­da del 19 de Abril, pero si vivió la esce­na, pues el pres­bítero José Félix Blan­co, por instruc­ciones de Bel­lo, le llevó per­sonal­mente la bue­na nueva.

Vicente de Emparan

¡Yo tam­poco quiero man­do!

A las 8 de la mañana del 19 de abril, Emparan fue invi­ta­do a pre­sidir una sesión extra­or­di­nar­ia del Ayun­tamien­to caraque­ño por parte de una comisión espe­cial que fue has­ta su casa. Ya en el Ayun­tamien­to y después de dejar abier­ta la sesión, Emparan escuchó al alcalde José de las Llam­ozas, quien le explicó la razón de haber con­vo­ca­do el cabil­do en for­ma extra­or­di­nar­ia. Expu­so la pre­ocu­pación gen­er­al por el cau­tive­rio de Fer­nan­do VII y por la dis­olu­ción de la Jun­ta que en España rep­re­senta­ba sus dere­chos, para con­cluir en la prop­ues­ta de con­sti­tuir un gob­ier­no de la propia provincia.

El capitán gen­er­al cayó en la tram­pa fragua­da por los sedi­ciosos, val­i­dan­do el acto con su pres­en­cia. La estrate­gia de los man­tu­anos era asumir direc­ta­mente el con­trol del país, aunque bajo la invo­cación de la defen­sa de los dere­chos de Fer­nan­do VII, que según el his­to­ri­ador larense Reinal­do Rojas, aquel 19 de abril de 1810, fue un acto de fidel­i­dad a la monarquía.

Más tem­pra­no, el cabil­do dis­cutía fer­vorosa­mente, unos a favor de una jun­ta para defend­er a Fer­nan­do VII y otros la rec­haz­a­ban. Cuan­do los áni­mos se caldearon, Emparan alegó el pron­to comien­zo del Te Deum por el Jueves San­to y dis­olvió el debate.

«Vuel­va a cabil­do» le increpó Fran­cis­co Salias a Emparan en las puer­tas del tem­p­lo, tomán­do­lo del bra­zo e invitán­do­lo a regre­sar. «Está en juego la sal­vación públi­ca», le reprochó con energía.

Foto de por­ta­da José Angel Alamo fue uno de los prin­ci­pales redac­tores de la Ley de Abol­i­ción de las Torturas

Sol­da­dos que escolta­ban a Emparan inten­taron a apre­hen­der a Salias, pero el coman­dante de la agru­pación, capitán Luis de Ponte, por orden del inspec­tor gen­er­al, coro­nel Fer­nan­do Rodríguez del Toro, lo impidió. Se sumó la inter­ven­ción firme del alférez real Feli­ciano Pala­cios Blan­co, quien intimidó a Emparan a regre­sar a cabildo.

Cuan­do el debate comen­zó a tornarse hos­til al no lograr acuer­dos, Emparan hábil­mente se dirigió a un bal­cón de la Sala Con­sis­to­r­i­al con vista a la plaza may­or, y de pie con su estam­pa firme, le gritó al tumul­to que esta­ba con­gre­ga­da entre el fron­tispi­cio de la igle­sia Cat­e­dral y la bal­austra­da de la plaza hacia el ori­ente, si lo querían gobernando.

Entre el con­fu­so episo­dio, la gente gritó ¡Sí!, pero el pres­bítero canóni­go chileno José Cortés Madaria­ga se desplazó hábil­mente y colo­ca­do detrás de Emparan hizo señas al públi­co con­minán­do­los a decir que ¡no! y en la vac­ilación gen­er­al, el médi­co yaracuyano José Rafael Vil­lar­real, de acuer­do con el sac­er­dote empezó a vocif­er­ar: ¡No, no lo queremos!

De inmedi­a­to las voces crecieron y al uní­sono solo se escuch­a­ba ¡no!, un no rotun­do que se des­bor­dó por las calles. Atur­di­do por el sen­timien­to colec­ti­vo con aquel ensor­de­ce­dor ¡no!; Emparan sen­ten­ció: “Pues, yo tam­poco quiero mando”.

Ya el 21 de abril, el capitán gen­er­al Vicente Emparan, así como el inten­dente Vicente Bas­sadre, José Vicente Anca, audi­tor; los oidores, el fis­cal de la Audi­en­cia y a un numeroso grupo de fun­cionar­ios y colab­o­radores del des­ti­tu­i­do Gob­ier­no español, fueron con­duci­dos al puer­to de La Guaira para ser extraña­dos. Llev­a­ban con­si­go unos 18 mil pesos para gas­tos de viaje.

Después de aquel acto encar­na­do por civiles y recono­ci­do por la his­to­ria como el 19 de Abril, se sumaron a la insur­rec­ción las provin­cias de Barcelona, Cumaná, Mar­gari­ta, Bari­nas, Méri­da y Tru­jil­lo. Las de Guayana, Coro y Mara­cai­bo se incor­po­raron más tarde al gri­to de lib­er­tad que ati­zará la lla­ma de la rev­olu­ción inde­pen­den­tista venezolana.


Fuente: Fran­cis­co Tos­ta Gar­cía. El 19 de Abril de 1810. Bloque Edi­to­r­i­al Lati­noamer­i­cano De Armas. Revista Bohemia N° 57.
Reinal­do Rojas. El 19 de abril de 1810: y otros estu­dios sobre la inde­pen­den­cia. 5a ed., Cara­cas, OPSU/UNEY/UNET/Fundación Buría, 2010
Fran­cis­co Cañiza­les Verde. José Ángel Álamo, prócer civ­il bar­quisimetano. Imprenta Ofi­cial del esta­do Lara. Bar­quisime­to 2015.
Juan José Per­al­ta. En la casa de José Ángel Álamo se armó la con­ju­ra con­tra Vicente Emparan. https://correodelara.com/en-la-casa-de-jose-angel-alamo-se-armo-la-conjura-contra-vicente-emparan/ www.CorreodeLara.com

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «La conspiración del 19 de Abril se tramó en casa de un barquisimetano»

  • El mejor artícu­lo que he leí­do sobre. 19 de abril de 1810. Hil­vana los hechos com­ple­tos, más allá del mero análi­sis del acta suscri­ta ese día.

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