CrónicasTodas Las Entradas

Las flores de moda y Adolfo Ernst en 1892

 

DURANTE LA AUTOCRACIA Liberal del general Antonio Guzmán Blanco entre 1870 y 1899 y sobre todo luego de las actividades de la Exposición del Centenario, presentadas durante el 2 de agosto y el 4 de septiembre de 1883, en el marco de las actividades conmemorativas del Centenario del Natalicio de Simón Bolívar, en la feliz ocasión de exhibir la imagen del país en sus diversos aspectos y en sus diversas regiones, el cultivo de plantas decorativas se había puesto de moda.

Guzmán Blan­co no solo pro­movió la creación de paseos públi­cos, plazas, estat­uas y lugares de esparcimien­to al esti­lo francés, sem­bra­dos de coposos árboles y especies flo­rales dec­o­ra­ti­vas, sino que dis­tin­tos y muy nom­bra­dos jar­dines pri­va­dos adorn­a­ban los patios de las casas que con ded­i­cación, esfuer­zo y buen gus­to man­tenían los propi­etar­ios al cul­ti­var diver­sas especies de las hijas de Flo­ra tan­to nacionales como foráneas.

Flo­res de gran pres­ti­gio eran las cul­ti­vadas, sobre todo las de ori­gen exóti­co, europeo o asiáti­co, cor­rien­do menor suerte nues­tras especies criol­las e indí­ge­nas, poco esti­madas en la población urbana. Clave­les, diver­sas var­iedades de rosas, glad­i­o­las, bego­nias, gar­de­nias, orquídeas, pen­samien­tos, camelias, aza­leas, vir­ginias, heliotro­pos, mil­flo­res, nar­cisos, mal­abares, nar­dos y mir­tos, berberías, jazmines, clavel­li­nas, astromelias, pal­mas reales y sagú, eran algu­nas de las más vis­tosas y apre­ci­adas en los jar­dines jun­to con plan­tas exóti­cas como el baobab, la “fru­ta de huevos”, la canela de Ceilán y otras. Tales especies y otras más, en espe­cial las plan­tas de flo­res, rep­re­senta­ban nego­cios muy renta­bles para los com­er­ciantes y ramil­leteros en los días de onomás­ti­cos, bailes, mat­ri­mo­nios y funerales y, en oca­siones, adquirían ele­va­dos pre­cios a causa de la gran demanda.

He aquí, respec­to a nues­tras des­deñadas plan­tas indí­ge­nas, sil­vestres y criol­las, que al hac­er su apari­ción el primer número de El Cojo Ilustra­do el 1° de enero de 1892, el primer artícu­lo desple­ga­do en sus pági­nas fue Flo­res y jar­dines de Cara­cas, su autor, el doc­tor Adol­fo Ernst, céle­bre nat­u­ral­ista ger­mano-vene­zolano y gran cono­ce­dor e inves­ti­gador de la flo­ra vene­zolana, rad­i­ca­do en la ciu­dad de Cara­cas, hace men­ción, en tono anec­do­tario, de un acon­tec­imien­to que le ocur­rió al enviar un ramil­lete de flo­res a una dama de la sociedad caraqueña:

Pero es no menos cier­to que prevalece todavía un des­pre­cio injus­to por las plan­tas indí­ge­nas, como lo demues­tra la ocur­ren­cia sigu­iente. No hace mucho tiem­po envi­amos a una seño­ra, en su día onomás­ti­co, un ramil­lete com­puesto de lo más exquis­i­to de nues­tra flo­ra alpina (…), aso­ci­adas a las del­i­cadas plú­mu­las de cier­tos hele­chos, rami­tas y espi­gas finísi­mas de gramíneas, rami­tos car­ga­dos de her­mosas bayas col­or azul de cobal­to; y todo arreglado con el mejor gus­to, El ramil­lete llamó por cier­to la aten­ción de cuan­tos lo vier­an, y a nues­tra entra­da en la casa todo el mun­do quiso saber qué flo­res tan raras eran aque­l­las y adónde las habíamos con­segui­do. Mas cuan­do con­fe­samos ingen­u­a­mente que eran hijas sil­vestres de la sel­va del Ávi­la, el ter­mómetro del interés bajó de repente y con la excla­mación: ¡Oh, eso es monte!, quedamos sen­ten­ci­a­dos nosotros y nue­stro pobre ramillete.

(Ernst, A. 1892, p. 4).

Es de hac­er notar que el nat­u­ral­ista ger­mano-vene­zolano doc­tor Adol­fo Ernst había sido nom­bra­do curador de la Exposi­ción del Cen­te­nario en 1883. Escribió y doc­u­men­tó la memo­ria de ese trascen­den­tal even­to, pub­li­ca­da en 2 tomos por parte del Min­is­te­rio de Fomen­to en 1884, donde figu­ra el catál­o­go gen­er­al e impor­tantes notas, infor­ma­ciones, car­tas y doc­u­men­tos (Calzadil­la, P., 2003, p. 21).

Adol­fo Ernst, naci­do en Primke­nau, Sile­sia, provin­cia de Pru­sia el 6 de octubre de 1832, había sido nom­bra­do tit­u­lar de la cát­e­dra de Cien­cias Nat­u­rales de la Uni­ver­si­dad de Cara­cas en 1875. Des­de allí, jun­to con Rafael Villav­i­cen­cio, se con­vierte en difu­sor de las teorías pos­i­tivis­tas de las cien­cias nat­u­rales, la his­to­ria, la soci­ología, la lit­er­atu­ra, el arte y la edu­cación.  A esta eta­pa cor­re­sponde la obra juve­nil de Gil For­toul, Lisan­dro Alvara­do y otros que sigu­ieron escri­bi­en­do durante el tiem­po gomecista.

REFERENCIAS

Calzadil­la, Juan P. (2003). Exposi­ción Nacional de 1883. Bal­ance sim­bóli­co y exhibi­ción iden­ti­taria. Revista Tier­ra Firme. Vol. 21 N° 81. [Doc­u­men­to en línea] Disponible: 
file:///C:/Users/OMAR/Downloads/Dialnet-ExposicionNacionalDe1883-3984428.pdf  Con­sul­ta: 13-12-2019

Rela­ciona­dos

CorreodeLara

Esᴛᴀ́ ᴜsᴛᴇᴅ, ᴅɪsᴛɪɴɢᴜɪᴅᴏ ʟᴇᴄᴛᴏʀ, ᴇɴ ᴛᴇʀʀɪᴛᴏʀɪᴏ ᴅᴇ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ, ᴅᴇ ʜᴏᴍʙʀᴇs ᴄɪᴠɪʟɪsᴛᴀs, ʏ sᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴅᴇ ɢʀᴀɴᴅᴇs ᴀᴄᴏɴᴛᴇᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ϙᴜᴇ ᴍᴀʀᴄᴀʀᴏɴ ᴜɴ ʜɪᴛo

Un comentario en «Las flores de moda y Adolfo Ernst en 1892»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *